Leyenda
La sirena de Huaquina,
En los primeros años de la fundación de Juli, en una casona antigua, allá en Huaquina, moraba una bellísima mujer de deslumbrar los encantos. Cautivado a todo varón, sea viejo, joven o adolescentes. Era la sirena de Huaquina, un cero con busto de mujer y cuerpo de pez.
En ciertas noches y en pleno mediodía, en desértico lugares hacía su aparición brasileña acerca un manantial vislumbran dos su radiante e incomparable belleza. Su cautiva hermosura era la tentación irresistible para los hombres, pero como si quisiera bromas, jugará o se burlada, no permitía que nadie la tocarse. Cuando un usado se le acercaba para galantearla, se alejaba inmediatamente, pero insinuándose para quien la siga desapareciendo en la vieja casona de Huaquina, situada a orillas del lago TITICACA.
En los primeros años de la fundación de Juli, en una casona antigua, allá en Huaquina, moraba una bellísima mujer de deslumbrar los encantos. Cautivado a todo varón, sea viejo, joven o adolescentes. Era la sirena de Huaquina, un cero con busto de mujer y cuerpo de pez.
En ciertas noches y en pleno mediodía, en desértico lugares hacía su aparición brasileña acerca un manantial vislumbran dos su radiante e incomparable belleza. Su cautiva hermosura era la tentación irresistible para los hombres, pero como si quisiera bromas, jugará o se burlada, no permitía que nadie la tocarse. Cuando un usado se le acercaba para galantearla, se alejaba inmediatamente, pero insinuándose para quien la siga desapareciendo en la vieja casona de Huaquina, situada a orillas del lago TITICACA.
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